“Hay grupos que son una mafia y se dedican a ubicar terrenos para invadirlos a plena luz del día en los últimos tres años, esto pasa en la zona de pueblos en Tlalpan, ejidos de Tláhuac y en lugares de siembra de Milpa Alta”. Foto: Especial.
Ciudad de México 2 agosto 2021 (REDACCIÓN / CDMX MAGACÍN).- Claudia Sheinbaum debe poner un alto a la invasión de predios en la zona de conservación de Milpa Alta, Tláhuac y Tlalpan, dada la omisión de las autoridades de las alcaldías y la Secretaría del Medio, dirigida por Marina Robles.
“Hay grupos que son una mafia y se dedican a ubicar terrenos para invadirlos a plena luz del día en los últimos tres años, esto pasa en la zona de pueblos en Tlalpan, ejidos de Tláhuac y en lugares de siembra de Milpa Alta”, denunció el diputado local Diego Garrido al exhortar a la mandataria a tomar cartas en el asunto.
Tras varios encuentros con campesinos y familias ejidatarias de varias alcaldías, principalmente del sur de la capital, Garrido sabe que estos grupos destruyen zonas arqueológicas y de conservación como “La Ciénega” en Tláhuac.
Los «Panchos Villas y Antorcha Campesina» son los pioneros del robo de tierras, se han instalado en varias alcaldías del sur, refieren los afectados.
En esos espacios invadidos se ejerce la tala clandestina y violencia contra los propietarios que reclaman sus terrenos. “Y las alcaldías de MORENA no reportan nada mientras se destruye el suelo de conservación, lo que debe tener la máxima atención en el contexto del cambio climático”.
Diego Garrido añadió que el cuidado de áreas protegidas es simple discurso, porque en los hechos hay abandono y destrucción. “En San Juan se vendió más de 100 hectáreas y en el pueblo de Mixquic está ya es una práctica; invadir, adueñarse y vender a terceros. Las alcaldías deben intervenir sin miedo”.
Los campesinos pusieron como ejemplo que en Tláhuac, el alcalde Ernesto Romero Elizalde es gestor de este tipo de mecanismos para invadir tierras, lo que le resulta redituable económicamente para su grupo político y la secretaria Robles, “es omisa y no mete las manos por nada ecológicamente hablando”.