Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
En vez de pedir perdón por la putrefacción de la que habla el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, el Congreso de la Ciudad de México, dominado por Morena y con la complacencia del jefe de Gobierno, Martí Batres y hasta el titular del Tribunal Superior de Justicia, Rafael Guerra, acordó inscribir en letras de oro en el salón de Plenos del recinto legislativo de Donceles y Allende la frase “Poder Judicial de la Ciudad de México”, en “reconocimiento a su labor”.
Es una especie de esquizofrenia política, pues un día sí y otro también, prominentes integrantes del movimiento llamado “4T”, destacadamente la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, han afirmado que el Poder Judicial “está podrido”, y por ello la reforma tan profunda que han impulsado y esperan se apruebe en septiembre.
En la sesión solemne en el Congreso, nadie hizo la menor crítica al Poder Judicial de la CDMX, ni siquiera Batres, quien ha compartido el diagnóstico de López Obrador de la putrefacción de todo el Poder Judicial, lo que también ha expresado Clara Brugada, jefa de Gobierno electa.
En realidad, esta iniciativa de inscripción en “letras de oro” parece más una grilla política en busca de hueso futuro. Cuando concluya su mandato como jefe de Gobierno –cargo para el que no fue electo–, lo más probable es que Batres se quede en la nada. Seguramente Sheinbaum no lo va a invitar a su Gabinete, porque en la interna de Morena descarriló a su candidato, Omar García Harfuch.
Me cuentan que Batres no ve con malos ojos que pudiera ser magistrado del Poder Judicial de la Ciudad de México, ventana que se le abriría con la reforma Constitucional a nivel federal, que secundará una enmienda parecida en la Ciudad de México: que jueces y magistrados sean electos por voto universal. Aunque es egresado de una escuela muy patito porque lo corrieron de la Facultad de Derecho de la UNAM, Batres cubre el requisito, pues cuenta con cédula profesional.
En esta grilla también trae su propio juego Guerra, quien llegó al cargo en 2019 gracias al respaldo de Sheinbaum, entonces jefa de Gobierno. Cree que ya como presidenta lo va a impulsar para convertirse en ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Soñar no cuesta nada.
Por eso es que Guerra es impulsor de la reforma al Poder Judicial, a pesar de que esa postura lo coloca del lado de quienes lo califican como “podrido”, de lo cual en todo caso él es corresponsable, porque es la cabeza del sistema de justicia del Fuero Común que no funciona en la capital del país, y que actualmente enfrenta la peor crisis de impunidad en la historia. De acuerdo con “México Elige”, 99.1% de los delitos que se cometieron en 2022 quedaron sin castigo al responsable.
Si Guerra tuviera al menos una pizca de vergüenza profesional no habría promovido la inscripción en letras de oro, y menos aceptado recibirla. Por el contrario, tanto él como Batres y el Congreso de la Ciudad de México, mejor debieron haber pedido perdón al pueblo por esa putrefacción, de la cual en el caso de la capital del país los dirigentes de Morena son corresponsables, pues han gobernado la ciudad desde 1997. El propio Batres, en ese año, fue el todopoderoso presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Seguramente no pasará mucho tiempo para que se descaren las ambiciones políticas de Batres y Guerra. Lo veremos.