Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Tomás Pliego, próximo secretario de Participación Ciudadana (SPC) tiene un sueño y encargo mucho más ambicioso que una mera organización electoral con las 16 “Coordinadoras de Participación Comunitaria”, que están por encima de las “Comisiones de Participación Comunitaria” (Copacos), una para cada colonia de las más de mil 800 que hay en la capital del país.
El anhelo dorado de los comunistas, pragmáticos autoritarios y falsos progresistas que militan en Morena es consolidarse como el partido de Estado de la “4T”. Algo mucho más allá de la dictadura perfecta del PRI, el poder absoluto.
En la CDMX, parte del plan –muy difícil de alcanzar–, es imitar los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubana. Por eso es que recayó en Pliego encabezar la SPC: su formación académica y política la hizo en Cuba. Morena tiene hoy garantizado el triunfo electoral en poco más de la capital del país, pero con la llave Constitucional a nivel federal en sus manos, van por todo.
Para ello quieren ese modelo tipo CDR cubano, que en aquella nación tuvo su razón de ser, pero que después se pervirtió para preservar la dictadura castrista y que continuará, a pesar de que el comunismo mantiene en un gran rezago y carencias a casi el total de la población. Los privilegiados son la alta burocracia, líderes del Partido Comunista y otros personajes a los que el régimen considere, de manera discrecional, que se les debe dar un trato especial.
Esos CDR no son otra cosa que el mejor sistema de espionaje que pueda existir: el 50% de los cubanos espía (“chivatea”) al otro 50%. Hay un jefe del CDR por manzana, que se encarga básicamente de recopilar información (y muchos chismes) que le van a “chivatear”. Lo que consideran de riesgo, se va escalando hasta donde sea necesario. Por eso es que la oposición en Cuba es incipiente, casi toda la población los vigila, los sigue, reporta sus actividades, porque eso les va a “sumar puntos” para “resolver” su día a día, que quieran hacer una fiesta, alguna actividad comercial para el turismo, o incluso hasta para salir del país.
Es decir, esos CDR hoy son para que prevalezca el partido totalitario, pero tuvieron su razón de ser tras la invasión de los Estados Unidos a Cuba, en la Bahía de Cochinos (Playa Girón), en abril de 1961: se creó una consciencia social que este modelo es el mejor para la seguridad del Estado cubano.
En la CDMX, hasta hoy, los Copacos han tenido un papel muy poco relevante, pero en la nueva Ley de Participación Ciudadana les concedieron más atribuciones, sobre todo porque se creó la figura de “Coordinadora de Participación Comunitaria” (una por cada Alcaldía), que es una especie de súper gestor para el ciudadano, tanto con el Gobierno de la CDMX como con las Alcaldías.
Además, tienen atribuciones para supervisar la labor de los alcaldes, lo que les concede una posición política importante, si se trata de colocar ahí a futuros candidatos a las Alcaldías o incluso a diputaciones, en la figura de la “Junta de Representación”, que la integran tres personas. Les va a tocar cosechar el apoyo ciudadano por la gestión de programas sociales, de apoyos en salud, educativos, compra de consciencias, de líderes vecinales de oposición.
Eso de los CDR es un ambicioso sueño de Tomás Pliego, casi imposible de lograrse en la CDMX, A lo más llegarán a ser copia una chafa, meramente electorera. Lo veremos.