Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
En 1997, René Bejarano encumbró al joven treintañero Martí Batres como presidente de la Primera Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y ahí empezó su sueño de convertirse en jefe de Gobierno de la capital del país.
Martí trabajó muchos años para ello. Pasó por encima de mucha gente en el camino, incluso de su maestro y padrino político, el propio Bejarano, a quien denostó cuando cayó en desgracia. En por lo menos dos ocasiones Batres fue precandidato del PRD o de Morena a la Jefatura de Gobierno, y tuvo que doblegarse ante Miguel Mancera o Claudia Sheinbaum.
Pasaron 26 años para que por fin llegara al cargo, no de la forma que él hubiera querido: no ganó un proceso electoral y tampoco el cargo le duró seis años, sino apenas 15 meses. En junio de 2023 relevó a Claudia Sheinbaum, quien dejó muchos pendientes en la capital, y Batres sólo se dedicó a administrar y tapar hoyos, literal y figurado.
A propósito de que Batres entregó este martes su último Informe, si uno se hace la pregunta de cuál es la obra, la causa, el logro por el que será recordado como jefe de Gobierno, no hay nada imborrable para la memoria de los chilangos.
Ni modo que se vaya a recordar a Martí Batres porque arregló tres estaciones de la Línea 9 del Metro que se estaban cayendo, o que fue quien reabrió el tramo que se desplomó de la Línea 12, o porque dio más informes de Gobierno que meses en el cargo.
Uno de los temas que siempre quiso impulsar Batres si llegaba a ser jefe de Gobierno es la generación de una economía social, empresas comunitarias, algo así como cooperativas competitivas. Nada de eso se vio.
Lo más cerca que está Batres de ser recordado por algo positivo es su buena intención de generar vivienda asequible para los jóvenes, pero lamentablemente sólo quedó en proyecto, nada es un hecho, ni siquiera colocó la primera piedra de un inmueble con ese fin.
Eso sí, hay cuando menos dos hechos que van a perseguir a Batres en su paso por la Jefatura de Gobierno. El primero: fue responsable de perseguir a la oposición con fines electorales y usar recursos públicos para que ganaran los candidatos de Morena.
Y otro tema muy polémico: la gente se quedó con la idea de que Batres les quería arrebatar sus casas por el intento de modificar el esquema legal de la propiedad privada de los habitantes de la capital, con una polémica reforma a la Constitución de la CDMX, para incluir “propiedad pública” y “propiedad social”.
Ni siquiera en transparencia y ejercicio honesto de los recursos públicos se le puede poner medalla a Batres, porque algo esconde. Contrario a lo que pregonaba de que la oposición debería revisar las cuentas del Gobierno, cuando era aguerrido diputado contra Vicente Fox y Enrique Peña, ahora prefirió ocultar el ejercicio del gasto durante su gobierno: consiguió que su subordinado político, el diputado Gerardo Villanueva, presida la Comisión de Rendición de Cuentas y Vigilancia de la Auditoría Superior de la Ciudad de México. ¿Qué oculta bajo la alfombra?
Después de tres décadas de ambicionar la Jefatura de Gobierno y haberla encabezado por unos 15 meses, Batres se va sin gloria, con un futuro político poco promisorio: ocupará un cargo de segundo nivel en el Gabinete Presidencial de Claudia Sheinbaum, como director del ISSSTE, del que difícilmente brincará a una posición más importante, porque no es de las querencias de la próxima presidenta. Lo veremos.