Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
La decisión de Andrés Manuel López Beltrán de autodestaparse para la Ciudad de México en 2030 anticipa demasiado el proceso sucesorio y probablemente también el margen de gobernabilidad de Clara Brugada, titular del Poder Ejecutivo de la capital del país.
Sin embargo, el autodestape obedece a una lógica de no confrontarse con la presidenta Claudia Sheinbaum, quien no ve con buenos ojos que el hijo del ex presidente López Obrador aspire a la Presidencia en 2030, porque ella tiene su propio candidato: el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch… al menos por ahora.
Andy, su apelativo en Morena, dijo el sábado que va a dedicar su vida a la Ciudad de México, a la que “le debe mucho”, y “amor con amor se paga”. Eso fue leído como su autodestape para 2030 y le ayuda para evitar el golpeteo político de otros suspirantes para la Presidencia.
Además, tendrá mayor margen de operación política en la capital del país, que es el encargo que le hizo su padre. Por eso López Beltrán posee enorme influencia en las decisiones del Gobierno de Brugada. Para empezar, controla el dinero, vía Juan Pablo de Botton, titular de la Secretaría de Administración y Finanzas. Él es de toda la confianza de la familia López Beltrán, pues fue compañero de Andy en la preparatoria, la “Escuela Logos”, cuyo propietario y director era Sergio de Botton, padre del funcionario. Ahí también estudiaron sus hermanos José Ramón y Gonzalo.
Al anunciar que va a dedicarse a la CDMX, López Beltrán baja la guardia en la confrontación con García Harfuch, que se agudizó desde 2023 por la disputa de la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno. Andy, en alianza con Martí Batres y el entonces vocero presidencial, Jesús Ramírez, operaron para dejar fuera Harfuch, el favorito de Sheinbaum. Por eso Brugada quedó comprometida y se la debe a ellos, y les pagó con varias secretarías, especialmente Finanzas para Andy; la Secretaría de Gobierno para Batres, vía César Cravioto, y también para él la Coordinación de los diputados de Morena en la capital, en manos de Xóchitl Bravo.
A Ramírez le dio el control de las redes sociales del Gobierno de la CDMX, vía Anaid Duarte, quien fue su secretaria particular en el sexenio de AMLO. Desde esa posición va a operar en sintonía con la Presidencia, especialmente cuando se trate de atacar a los adversarios de la llamada “4T”, incluidos periodistas.
A pesar de que todo apunta que López Beltrán se baja en la carrera presidencial, García Harfuch no va solo. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, ha comenzado a construir su propio juego y seguramente va a aprovechar muy bien si se consolida como el principal interlocutor del gobierno mexicano con Donald Trump, quién por tener 78 años no será fácil que se reelija en el 2030, pero sí altamente probable que el Partido Republicano retenga el poder. Incluso, el candidato presidencial podría ser el hijo mayor, Donald John Trump, quién para 2028 tendrá 51 años. Ebrard habrá cumplido 71 años en el 2030, y tiene posibilidades porque es la misma edad con la llegó Trump en su primera presidencia.
Independientemente de su autodestape para la CDMX, López Beltrán tiene que hacer carrera política propia, porque todavía se le conoce como el hijo de AMLO. No la tiene fácil, a pesar de la antelación con la que se autodestapa, pero también por la antelación con la que se autodestapa. Lo veremos.
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