Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Aunque Jorge Romero es el presidente nacional del PAN, por los problemas que han tenido él y gente muy cercana en el tema del llamado por el oficialismo “cartel inmobiliario” de la Benito Juárez, ahora por encima de él se coloca el senador Ricardo Anaya, porque lo salvó y es el principal interlocutor con el Gobierno.
Acaso sin planteárselo, la realidad política en este cambio de régimen va enrutando a Anaya como puntero de su partido en la ruta por la sucesión presidencial 2030. Su principal fortaleza es que, a diferencia de Romero y otros, ya expió culpas con su exilio de seis años, necesario porque siempre estuvo latente que el presidente Andrés Manuel López Obrador se cobrara que Anaya fue muy duro con él durante la campaña presidencial de 2018 y lo llevara a prisión.
Hoy, son varios los ejemplos que ubican a Anaya en esa posición de fortaleza y por lo tanto en la ruta 2030, que se le cuadrando de manera natural, aunque es cierto que falta mucho.
La primera señal: AMLO lo “perdonó” y por eso cuando registró su candidatura Morena no la combatió hasta tumbarla. Lo dejaron pasar. El oficialismo tenía el control de los órganos electorales para frenarlo.
En septiembre, Anaya arrancó la Legislatura como senador con un perfil muy bajo. No buscó ser coordinador, posición que recayó en su paisana, Guadalupe Murguía, con pleno respaldo de Marko Cortés, entonces presidente nacional del PAN, quien todavía no pierde la esperanza de sustituir a Murguía en el cargo.
Con la salida de Cortés de la presidencia del PAN, Anaya dejó su perfil bajo, pues el ganador de la contienda, Jorge Romero es su amigo y a quien apoyó en la interna. Fue su coordinador de campaña en la CDMX en 2018. Hoy, Anaya consiguió que la presidenta Claudia Sheinbaum haya frenado la judicialización de carpetas de investigación contra Romero, a quien le dio su bienvenida como presidente del PAN, acusándolo de ser el “jefe del cartel inmobiliario”.
Vía un ex priísta que jugó un papel importante en la política morenista de su entidad, Anaya consiguió que el líder de los senadores de Morena, Adán López Hernández intercediera con Sheinbaum para salvar a Romero, con el compromiso de que no sean destructivos en el Senado y apoyen en la agenda frente a Dondald Trump.
Y pronto se dio el primer mensaje: en el Senado, el PAN sí apoyó la reforma para prohibir la comercialización de los vapeadores.
Otra vez en su vida a Anaya se le cuadraron los astros, ahora con la coyuntura de salvar a su presidente nacional, el endeble Jorge Romero. En agosto 2014, Anaya se benefició de manera colateral del error del entonces coordinador del PAN en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal, quien fue destituido de esa posición tras el escándalo de Puerto Vallarta, en que contrataron “bailarinas” para una fiesta con motivo del cierre de la plenaria del grupo parlamentario.
El hecho fue clave para la trayectoria de Anaya, pues asumió el cargo en sustitución de Villarreal y de ahí se catapultó. Hoy, Villarreal, el de “los moches” (que no de Los Mochis) es el esposo de la gobernadora de Aguascalientes, Tere Jiménez.
Anaya levantó un poco su perfil en los últimos días. Presidió la sesión de instalación de la Comisión Permanente, el martes, y se lanzó con fuertes críticas al gobierno por el tema del Infonavit, ante el silencio ominoso de Romero, quien se la debe a Anaya, y por eso y porque el queretano es el principal interlocutor con la “4T” seguirá políticamente por encima de él. Lo veremos.
FOTO: Archivo RR SS
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