Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Adrián Rubalcava, el ex alcalde de Cuajimalpa, ha comenzado a realizar recorridos por las instalaciones del Metro. Se quiere anticipar a los trabajos de transición que iniciarán formalmente en marzo, para que en abril asuma la Dirección General del Sistema de Transporte Colectivo Metro.
El viernes, Rubalcava estuvo en las oficinas generales del Metro, ubicadas a unas cuadras de la Estacón Salto del Agua, en la calle de Delicias. Y este miércoles acudió a los talleres de Zaragoza, donde por cierto puso el mal ejemplo al incumplir los protocolos de seguridad.
En ninguna visita lo acompañó el director general actual, Guillermo Calderón. Estuvieron otros funcionarios del Metro. Los acompañantes de Rubalcava: Gabriela Quiroga, quien fue directora General Jurídica y de Gobierno en Cuajimalpa; su secretario particular, Jesús Arrieta; César Rosales, director de Modernización y Atención Ciudadana; Emanuel Gómez, quien fue el de seguridad en la misma alcaldía.
También iba Dayana Montes de Oca, directora General Jurídica y de Gobierno en la administración de Miguel Ángel Salazar como jefe delegacional, en que la que por cierto acusaban de grosera y prepotente.
Rubalcava quiere armar un proceso de entrega-recepción sumamente riguroso, con una profunda revisión en tres áreas clave: jurídica, operativa y administrativa, pues quiere blindarse, más por la serie de irregularidades que hay en el Metro, de manera destacada en la Línea 1, cuya renovación lleva casi dos años de retraso conforme al plan original. Por eso, Calderón no se irá de inmediato del Metro, prevén crear un área para que concluya las obras de la L1, porque apenas en marzo se entregarán las estaciones hasta Chapultepec; en junio hasta Tacubaya, y no hay fecha de terminación hasta Observatorio.
En su primera incursión por el área restringida de talleres del Metro, Rubalcava y sus acompañantes pusieron el mal ejemplo: no usaron el equipo de seguridad protocolario. En esa área, deben utilizar “calzado dieléctrico”, y los visitantes llevaban zapatos comunes. El coordinador de Seguridad Industrial, Edgar Abarca, –de chaleco azul– debió obligarlos a respetar el reglamento y normas de seguridad; también los de vigilancia –chaleco naranja–, quienes tampoco hicieron su trabajo.
Rubalcava no tuvo un día de campo. Lo recibieron con quejas contra la actual administración, una muy importante: en las condiciones del contrato colectivo, el Metro está obligado a recoger y llevar a su casa a los conductores de los trenes, pues su hora de entrada es a las 4 de la mañana y de salida a la 1 o 2 de la madrugada. Antes había 30 vehículos para ese transporte; ahora la mitad, por lo que muchos trabajadores tienen que pagar servicio de taxi para llegar a su trabajo.
Otra queja muy importante, y por la cual Rubalcava tendrá que ser el más riguroso para designar al gerente de Seguridad Institucional. La “Unión de Vigilantes del Metro” le entregó una carta en la que le piden que designe para ese cargo a alguien “honesto, profesional, respetuoso de los derechos laborales y humanos del personal de Vigilancia del STC, que tienen a su cargó la seguridad de 6 millones de usuarios que utilizan el principal medio de transporte de la ciudad de México diariamente”. También le denunciaron “nepotismo, corrupción, venta de plazas”. Seguro es apenas la punta del iceberg de la descomposición en el Metro que se va a encontrar Rubalcava, a quien por cierto le hace falta recorrer, como usuario, las 12 Líneas, de preferencia en hora pico. Ojalá pronto lo haga. Lo veremos.
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