Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Uno de los programas que pretende ser estelar en la propaganda política, el jueves de “Casa por Casa” de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, no ha terminado de despegar como esperaba. Hace diminutos recorridos, “toca” a las puertas y en la mayoría no le abren. Mucha gente se percata que es más show que otra cosa, porque sólo abarca unas cuantas calles, acaso una colonia, el microcosmos de una demarcación, lo que es visto como una incursión sólo para tomarse la foto.
Es un montaje mediático, estilo García Luna, incluso ya metiendo la mano en la asesoría una persona que se encargaba de hacer los mismos teatritos con quien fuera secretario de Seguridad de Felipe Calderón, hoy sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos. Ambos son aborrecidos en la “4T”.
Aquellos montajes garcialunescos eran malos, por eso no se entiende por qué ahora la decisión de recurrir a la misma persona que los hacía. La única explicación: el cuatismo que viene desde la pantalla chica del Ajusco. Quizá Brugada no está enterada.
Esto es parte del trabajo de la jefa de gobierno porque quiere ganar su primera elección en los comicios intermedios de 2027, pues ha llegado a cargos de elección popular sin siquiera aparecer en la boleta, incluso haciendo fraude a la Ley, como en el 2009 en Iztapalapa.
Además de ello, las veces que ha obtenido el cargo en las urnas ha sido gracias a las circunstancias, al arrastre de personajes carismáticos, la estructura de gobierno o la partidista, antes el PRD y ahora Morena.
En 1997, Brugada fue diputada federal por vez primera. En aquel año, el arrastre de Cuauhtémoc Cárdenas fue tal, que se llevaron carro completo en el entonces Distrito Federal. Ella compitió por el distrito 22 de Iztapalapa, donde era imposible perder. En el 2003 la situación fue muy semejante. Eran los años dorados del gobierno de López Obrador en el DF. También se llevaron carro completo en la capital, ella por el imperdible distrito 25, también de Iztapalapa. Su diputación Constituyente en 2016 fue como parte de las listas de partido, por Morena, que quedó en primer lugar y metió 22 escaños.
En 2009, ‘Juanito’ fue el candidato del PT para la Jefatura Delegacional de Iztapalapa, con el acuerdo de que al llegar al cargo iba a renunciar para que la mayoría del PRD en el Congreso designara sustituta a Brugada. Esa elección le costó a las arcas de la ciudad decenas de millones de pesos, me confesó en su momento un regente del DDF, muy cercano a AMLO.
En 2018, Brugada volvió a ser candidata a la Alcaldía de Iztapalapa, prácticamente una plurinominal. Era imposible perder, y menos con López Obrador en la boleta, pues obtuvo más del 53% a nivel nacional. Su arrastre fue determinante.
La verdadera prueba de fuego para Brugada fue en el 2023, para decidir quién obtendría la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno. Tampoco ganó. Omar García Harfuch la superó en la encuesta definitoria por más de 15%, pero desde Palacio Nacional la impusieron con el argumento de la paridad de género.
La elección Constitucional no la obtuvo Brugada porque fuera la mejor candidata, pues no ganó ni en su partido. Venció a su oponente Santiago Taboada por una campaña emprendida desde la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México contra los panistas, por el asunto del “cartel inmobiliario”. También fue fundamental la enorme operación político-electoral conducida desde Palacio Nacional y la Jefatura de Gobierno. Virtualmente ella estará en la boleta en 2027 y debe ganar para reivindicarse. Lo veremos.
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