Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
“Lo que no suena lógico, suena metálico”, solía decir reiteradamente durante su gestión el presidente Andrés Manuel López Obrador. Tal expresión podría calzarle muy bien a tres de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), quienes hace unas semanas emitieron una sentencia precisamente absurda, que le generó un entuerto jurídico al Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM), y ahora debe resolverlo.
El ‘triunvirato’ de magistrados del TEPJF, conformado por Mónica Soto, Felipe de la Mata Pizaña y Felipe Barrera Fuentes dieron por válida una sesión del Comité Estatal del PRD, organizada por expulsados del partido y posterior a la pérdida del registro nacional del sol azteca.
El 19 de septiembre pasado, el Instituto Nacional Electoral (INE) determinó la extinción del PRD nacional por no haber obtenido el mínimo del 3% de la votación en los comicios de junio. A partir de ese momento, el presidente Jesús Zambrano y todos los dirigentes estatales del partido se quedaron en la nada.
Sin embargo, tres días después, el 22 de septiembre, una dirigencia “espuria” del PRD, encabezada por Carlos Estrada –quien había renunciado meses antes al Comité del partido–, acordó que desde ese momento él presidiría al partido en la capital del país, y le acompañarían otros falsos perredistas, dizque integrantes del Comité Ejecutivo, que también habían sido expulsados del partido. Por eso, nadie de ellos cumplía con la personalidad jurídica para algún acto partidista.
Un espurio Consejo Estatal de prestanombres: Karla López y Luz del Carmen Rocha, expulsados del partido meses antes. Lo mismo Sergio Iván Galindo, para entonces todavía director de Servicios Urbanos de la Alcaldía Tlalpan, que encabezaba otra ‘chuchista’, Alfa González. Por cierto, ambos están bajo investigación de las autoridades de la CDMX por hechos de corrupción. En cualquier momento podrían enfrentar causas penales.
Los otros espurios son el chofer de Víctor Hugo Lobo Román –diputado federal–, de nombre Gerardo González García, quien se prestó como candidato titular (un ‘juanito’) para que el hijo, Víctor Hugo Lobo Rodríguez llegara al Congreso de la CDMX como suplente. El otro integrante de la dirigencia espuria era Omar Tripp, suplente de Lobo Román en la Cámara de Diputados.
Conforme a la Ley, la presidenta Nora Arias inició los trámites para el registro del PRD Ciudad de México como partido local, porque en la capital del país sí cubrieron el requisito del 3% de la votación. A ella el INE la reconoció como presidenta, porque cuando un partido desaparece a nivel federal las dirigencias locales continúan vigentes. Arias realizó todos los trámites para el registro del nuevo PRD CDMX, cuya personalidad jurídica fue avalada por el IECM, el Tribunal Electoral de la CDMX y la Sala Regional del TEPJF.
Pero hace unas semanas vino la resolución del ‘triunvirato’ Soto, De la Mata y Barrera, quienes absurdamente desconocieron a Nora Arias como presidenta, pero sí validaron los trámites que hizo para el registro. O sea, sí, pero no. Una sentencia que no suena lógica, sino metálica. Esto ocurrió con la influencia política de los diputados federales de Morena, el coordinador Ricardo Monreal, el artillero Pedro Haces y el vendedor de espejitos, Lobo Román, quien probablemente tendrá que ‘devolver las entradas’.
Hoy, el IECM todavía no reconfirma el registro del PRD CDMX. Trabaja una resolución jurídica ante el entuerto de la sentencia ‘metálica’ del TEPJF, porque tiene que proteger los derechos políticos de Arias y del partido. No está nada fácil. Lo veremos.
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