Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
El pasado 24 de octubre, cuando las bases sociales del partido Morena dejaron plantada a su virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum en el Estadio Azul, se evidenciaron dos cosas: que el famoso tigre sigue siendo de Andrés Manuel López Obrador, y que ese sector de la sociedad predominantemente de «muy alta» y «alta marginación» será un pilar muy importante para que cuando el hoy mandatario ya no esté en la Presidencia, le ayude a garantizar que su sucesora no se vaya a desviar de su proyecto de cuarta transformación.
Lo anterior se puede explicar de otra manera: Claudia Sheinbaum trae el bastón de mando, pero limitado a que sea buena intérprete políticamente y tome las decisiones que avalará López Obrador, y cuando no se apegue a lo que el jefe máximo de Morena desee, ahí va a estar el tigre para lo que se ofrezca.
Un importante ejemplo de ello se está viviendo en estos momentos, en el contexto de la selección del candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pues todo indica que Sheinbaum calculó mal la decisión política de volcar su apoyo a favor de su ex jefe de la policía, Omar García Harfuch, lo que no gustó en Palacio, porque las señales son que allá quieren que Clara Brugada sea la candidata.
López Obrador, por supuesto que no soltó al tigre para frenar a Harfuch, porque no es necesario pero aquel día en el Estadio Azul dejó que le vieran las garras y colmillos, de forma pasiva: los grupos más duros de Morena, los fundadores, los radicales, le hicieron el vació a Sheinbaum para demostrarle la fuerza que representan. El mensaje fue acaso: si Sheinbaum no ha sabido valorar su fuerza con su presencia, que la valore con su ausencia. Y vaya que le dolió.
Esa fuerza, ese tigre en la CDMX está presente en su mayoría en el oriente de la Ciudad de México, con especial acento en la Alcaldía más poblada, Iztapalapa, demarcación que gobernó durante casi 9 años Clara Brugada, la principal contendiente de Harfuch.
La alusión al tigre proviene del propio López Obrador, en 2018, cuando en la campaña presidencial durante un discurso con banqueros, advirtió sobre el riesgo de que le volvieran a hacer fraude: “El que suelte al ‘tigre’ que lo amarre. Yo ya no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral. Así de claro”, les dijo. En 2006 AMLO tuvo que pararlo.
Iztapalapa ha sido no sólo fundamental en la trayectoria política de Brugada, sino también en la de López Obrador. Quizá no podría explicarse la existencia de Morena sin los habitantes de esa demarcación y sus alrededores. En el año 2000, gracias a los votos de Iztapalapa López Obrador le ganó, apenas por el 3%, a Santiago Creel la Jefatura de Gobierno del DF.
En 2006, el lugar donde más votos tuvo López Obrador para la Presidencia fue Iztapalapa. En 2009 fue el punto de inflexión, porque Los Chuchos le quitaron a Brugada la candidatura a esa Delegación, y tuvieron que recurrir a Juanito, candidato del PT, para hacerlo ganar con todo el apoyo del ‘tigre’ en tan solo 15 días. Una vez en el cargo, pidió licencia para dejar a Brugada. El triunfo en fue clave para que en 2012 López Obrador fundara su movimiento, que en 2015 lo elevó a partido político y tres años después ganara la Presidencia. Hoy, el cálculo es que el efecto Iztapalapa le dé el triunfo a Brugada, quien junto con el tigre sería en buena medida guardiana de la 4T para López Obrador, desde el Gobierno de la CDMX. Lo veremos.
FOTO: Archivo / CDMX Magacín 2018