Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
En su Tercer Informe de Gobierno, el presidente Andrés López Obrador presumió como un logro, la forma en que los mexicanos más pobres, los que no han encontrado formas de desarrollo en México y han tenido que emigrar hacia Estados Unidos, son quienes inyectan a la economía los dólares que brindan la estabilidad que las estrategias económicas no logran.
Ante sus aplaudidores, el presidente de México dio a conocer que la captación de remesas de los trabajadores migrantes en el extranjero, tan solo en el mes de julio sumaron cuatro mil 500 millones de dólares y que, de seguir la misma tendencia, en este año, podrían sumarse 48 mil millones de dólares.
Hoy no es el gobierno el que impulsa y sostiene, a través de sus estrategias financiero-económicas, la economía nacional, sino los más pobres y son los mismos pobres, quienes a pesar de la pandemia y de la falta de empleo, como el cierre de empresas, quienes mantienen la actividad económica en todo el país, porque son ellos quienes tienen ese dinero para el consumo y la adquisición de bienes y servicios.
Es inconcebible que se mencione como un gran logro, como parte del “tengan para que aprendan” una situación que habla de que cada día dependemos más los mexicanos de los recursos de las remesas de trabajadores migrantes y no de la productividad del país.
Las remesas de los migrantes superan ya los montos de las exportaciones nacionales, de la Inversión Extranjera Directa, han superado los ingresos de divisas de cualquier otro rubro de la economía y se ubican como la principal captación de divisas para la economía nacional.
El Banco de México cuenta hoy con los niveles de reservas internacionales más altas que nunca, mantiene excesos en la existencia de dólares y eso es, precisamente, consecuencia de las remesas de migrantes, mismas que desmenuzó el propio presidente.
Dijo que los montos de envío de remesas a México son alrededor de diez millones de envíos que, en promedio tienen montos de unos siete mil pesos cada mes.
El presidente López Obrador necesita de alguien que le diga que el aumento de las remesas es consecuencia de que haya cada día más mexicanos sin esperanzas de encontrar mejores niveles de vida en México y que cada día están saliendo más y más mexicanos en busca de ese dinero que tienen que mandar mes a mes desde el exterior, arriesgando hasta su vida, para que sus familias en territorio nacional tengan dinero para el gasto de la alimentación y la supervivencia diaria.
Pareciera que es mucho dinero el que llega, y sí son muchos millones de dólares los que entran al sistema financiero nacional pero igual son muchos millones de familias mexicanas las que han tenido que salir del país en busca de trabajo y de oportunidades para tener un ingreso digno.
El presidente López Obrador desconoce que sería inconcebible que haya políticas públicas que traten de incrementar los montos de las remesas de los trabajadores migrantes, no sabe que el incremento de esas remesas es muestra de que cada día dependemos más de lo que no puede hacer el gobierno, generar ingresos para las familias en territorio nacional.
Es verdad, esa es una tendencia que se ha vivido en la sociedad mexicana, por décadas pues la migración es una forma de vida de ciudades o pueblos enteros en estados como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Durango, Ciudad de México, Estado de México, Oaxaca, entre otros.
Sin embargo, habría que preguntarnos si en verdad el presidente desconoce las implicaciones del fenómeno de los trabajadores migrantes, sus remesas y la economía nacional o si deliberadamente él mismo está promoviendo ese programa de trabajadores “braceros”, como lo ha platicado con líderes de Estados Unidos y Canadá, porque se ve en la incapacidad de generar los empleos suficientes que los mexicanos demandan para la supervivencia y el crecimiento de la economía.
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