Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
A pesar de las enormes deficiencias estructurales, operativas y hasta corrupción, el Poder Judicial en la Ciudad de México más o menos funcionaba. Pero murió hace 37 días.
Hasta antes, el momento más crítico que habían enfrentado fue la pandemia covid19, en que los juzgados familiares, civiles, penales, administrativos prácticamente dejaron de funcionar. Apenas había guardias para trámites y procesos urgentes. Era una situación extraordinaria, mundial, no de ineptitud e indiferencia política como la que se vive ahora, que encierra además una enorme paradoja por su contexto: ocurre un mes después de que se celebró la elección de la reforma judicial, que según la “4T” supuestamente es para mejorar la impartición de justicia, muerta en la capital.
Lo peor de todo es que el valemadrismo, pasividad, indiferencia, desinterés de otros Poderes, sea el Legislativo o el Ejecutivo en la capital. Están de brazos cruzados ante esta crisis tan grave, que se les ha salido completamente de las manos, que ha rebasado cualquier capacidad política de gestión, de negociación, de acuerdos.
También indiferencia y desinterés de la Presidencia de la República, que debería atenderlo porque se trata de la capital del país, donde se asientan los poderes federales. Triste, pero real y reprochable: Brugada, Sheinbaum y muchos más se han volteado para otro lado.
La crisis de 2020 y la actual han ocurrido durante la gestión de Rafael Guerra como presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y del Consejo de la Judicatura de la Ciudad de México (CJ), lo que en conjunto se le suele llamar Poder Judicial (PJ). Acaso el asunto de la pandemia, aunque pudo ser mejor gestionado, fue una causa ajena a malas decisiones políticas y administrativas.
El presidente del TSJ está rebasado, es un estorbo, porque en gran medida el paro de los trabajadores es consecuencia de su mala gestión, de la desatención de los problemas administrativos y de gestión política en el Poder Judicial.
No es una exageración ni tampoco sólo metafórico decir que la justicia en la CDMX se murió, porque el paro de labores comenzó el 29 de mayo y este viernes suma ya 37 días. Cómo puede haber justicia si dejaron de celebrarse, en promedio, mil audiencias diarias. Canceladas más de 35 mil en total. Tampoco se han realizado más de 250 mil acuerdos judiciales, lo que ha afectado a cerca de 900 mil personas. Muchos han estado días de más en prisión, no han podido tener convivencias con sus hijos, recibir el cheque de la pensión alimenticia, y otros trámites civiles casi de subsistencia. Y tantos y tanos asuntos más, importantes para miles de personas.
No hay negociaciones reales para levantar el paro. Las reuniones que se han dado terminan en fracaso. Brugada prefiere andar en conferencias de prensa informando nimiedades, que cumplir su responsabilidad constitucional de velar por los intereses de los ciudadanos, en este caso garantizar el acceso a la justicia. No le importa, y por su omisión pareciera que quisiera la renuncia formal de Rafael Guerra, porque en los hechos ya está fuera del cargo, pues no hay condiciones para que continúe.
El panorama es más desolador porque, de facto, el viernes de la próxima semana saldrán oficialmente de vacaciones los juzgados y regresarán el 1 de agosto. Revivir la justicia en la CDMX llevará mucho tiempo, y para eso lo más importante que se requiere es lo que más falta ahora: voluntad política. Lo veremos.
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