Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
La alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo y su homólogo de Cuajimalpa, Carlos Orvañanos se han distanciado, al borde de la ruptura, de los partidos políticos que signaron su candidatura: ella PRI y él PRD.
Esto no les augura buen panorama de gobernabilidad, ni en el futuro inmediato ni a mediano plazo, porque requieren de estructuras partidistas, territoriales. Se vislumbra peor hacia 2027, porque no les alcanzará para reelegirse.
Rojo está mal aconsejada políticamente o, como dicen, –al estilo de su antecesora Sandra Cuevas– no se deja asesorar y cree que solamente con unos videítos en sus redes sociales –ni por muy vistos– va a ser suficiente para gobernar esa compleja demarcación.
La candidatura de Rojo fue siglada por el PRI, pero también la respaldaron el PRD y el PAN, que le otorgó prácticamente dos de cada tres votos de los que obtuvo. El PRI le dio por lo menos otro 30% de los sufragios de la gente, y el restante 3.5%, el PRD. Por eso es un error no cumplir los compromisos con sus aliados.
En el caso de los panistas, Rojo ha respetado a regañadientes algunos acuerdos, aunque todavía siguen en espera de que termine de ponerse al día. No basta que acuda a los eventos con Jorge Romero, líder nacional del PAN o con la futura presidenta en la CDMX, Luisa Gutiérrez. Parece más simulación que otra cosa.
Rojo ganó por apenas 11 mil votos, el 3.5%. Por eso es más costoso su error de distanciarse de los priístas, porque sin ellos no sería hoy alcaldesa. Tampoco habría ganado sin el PRD, pero no incorporó a su gobierno a militantes de la demarcación.
Otro tema en que Rojo no ha sido sensible políticamente es sobre sus advertencias de investigar y denunciar la “corrupción” durante los 12 años que controló el diputado federal Ricardo Monreal la Cuauhtémoc. Esto le perjudica al propio Romero, así como al presiente del PRI, Alejandro ‘Alito’ Moreno, pues pende la guillotina del gobierno de Morena. Para procesarlos penalmente tendría que aprobarse un juicio de desafuero en la Cámara de Diputados.
En el caso de Cuajimalpa, Orvañanos fue siglado por el PRD de la CDMX, al que despreció, pues se fue a acordar con quienes ya ni registro tienen: el grupo de Jesús Zambrano, el sepulturero del partido político a nivel nacional. A Nora Arias, presidenta del partido en la capital, la que rescató el registro, ni las gracias le dio Orvañanos. Le dejó a Zambrano la Coordinación de Comunicación Social, vía Fany Santiago, quien controla el área sin ostentar la jefatura. Ella ocupaba el mismo cargo en el PRD al momento de su extinción. Orvañanos le entregó la Dirección General de Desarrollo Social a Polimnia Romana, también cercana a Zambrano.
El alcalde cometió el error de no estrechar lazos ni con los militantes del PRD en Cuajimalpa, ni con Arias, quien preside el partido en la CDMX y coordina al grupo parlamentario en el Congreso. Algún día puede necesitarla, más porque Zambrano perdió en Tlalpan y ahora hasta sus cercanos están bajo investigación por corrupción, lo mismo que la ex alcaldesa Alfa González.
Si Rojo y Orvañanos no enderezan el rumbo político, cumplen sus compromisos, consolidan alianzas y se reconcilian con sus aliados y los partidos que los siglaron no van a poder gobernar; será debut, caos y despedida. Lo veremos.
FOTOS: RRSS Alessandra Rojo y Carlos Orvañanos
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