David Polanco / CDMX Magacín
Cronista y crítico taurino desde hace casi 40 años, Édgar Mendoza recuerda que el esquema de “corridas sin sangre” que se acaba de aprobar en la Ciudad de México fracasó en las Islas Baleares, España, pero tuvo éxito en Las Vegas, modelo este esencialmente al de Portugal.
Y aunque no lo ve fácil, a pregunta expresa, no descarta que los “toros sin sangre” que entrarán en vigor a partir de este jueves, podrían atraer a nuevos públicos que no les gusta el maltrato animal, pero que sí pueden apreciar los movimientos casi artísticos de los toreros, la valentía de enfrentar a una bestia de más de media tonelada, que a pesar de tener los cuernos tapados, una embestida puede ser mortal.
“Es una gran habilidad la que se requiere para parar el tiempo en un muletazo, en un capotazo, una gran sincronía, templar a un toro, ver que se acerca arando la tierra y se pasa de largo provocando el estallido, la explosión de emoción de la gente, el oléeee”, comenta Mendoza.
Pero también destaca otro aspecto cercano a lo artístico: “Al colocar la pierna de entrada y de salida, en ese momento nace ese artista, y busca crear un arte efímero, la estética, plasticidad, son movimientos corporales que los podemos ver también en los bailarines, mucho los rusos, una gran plasticidad y expresión artística”, añade el experto en tauromaquia.
Édgar Mendoza dice que el referente ahora es que las corridas no van a ser como las que te llevaba a ver tu papá, tu abuelo, sino que están como descafeinando las corridas de toros. Hay que acostumbrarse a ello.
“En Estados Unidos se dan corridas de toros incruentas, de la comunidad portuguesa. En 2008 tuve la posibilidad de conocerlas, y desde entonces ganaderos y empresarios taurinos mexicanos ya veían venir en el futuro la prohibición del uso de objetos punzocortantes. Vinieron los avisos, el sector taurino pensó que nunca iban a ser vulnerables y aquí está el resultado.
“Las corridas sin sangre tienen otro enorme reto, que van a demandar mayor derroche técnico y más derroche físico a los toreros. Tendrán que prepararse aún más, porque al no sangrar los toros, tendrán más energía, serán más veloces y embestirán con mayor fuerza”.
Mendoza dice que podría falta una especie de válvula de escape para los toros. “Es necesario que sangren un poco para evitar que, por su temperamento, pudiera infartarse en el ruedo. Pueden explotar por dentro y morir. Ojalá que no vaya a suceder”, apunta, porque si algún día ocurriera eso, seguramente los antitaurinos exigirían que hasta esa fiesta brava sin sangre también se cancelara.
Finalmente, sobre el tiempo de 15 minutos de faena por toro, Mendoza cree que eventualmente podría ser suficiente, si se tratara de tiempo efectivo, como ha ocurrido hasta la fecha, que el toro pasa entre 15 y 17 veces frente al torero, y dura unos 20 minutos. Esto deberá detallarse en el Reglamento, concluye.
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