Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Hace casi dos meses arrancó la administración de Alessandra Rojo como alcaldesa en la Cuauhtémoc, y en su más importante acto político en este tiempo, el viernes, ante diputados de la Comisión de Presupuesto, evidenció que no ha logrado encarrillar su gobierno y tuvo que recurrir a la típica de culpar al pasado, al grupo político de Ricardo Monreal. Al “monrealato”, así lo ha llamado.
Asegura que le dejaron un desastre, corrupción por doquier, y por eso emprenderá denuncias legales contra las administraciones de los últimos 12 años, en las que abarca el periodo del coordinador de los diputados de Morena, Ricardo Monreal (2015-2018).
Este hecho generó ya preocupación en los líderes del PRI y el PAN, partidos que abanderaron la candidatura de Rojo. Ambos presidentes, Alejandro Alito Moreno y Jorge Romero están en la mira de la justicia, y para procesarlos penalmente la Cámara de Diputados, que controla Monreal, debe aprobar el desafuero. Por eso, ya le mandaron un mensaje a Rojo para decirle que ya no le mueva contra Monreal y sus cercanos.
Esta señal se contrapone al compromiso que trae Rojo con liderazgos de Morena en la capital del país de ir contra los titulares de esas administraciones, en especial la de Sandra Cuevas, –quien, aseguran, respondía a las órdenes de Monreal–, y por eso el viernes obtuvo el respaldo de las y los legisladores de ese partido para, “acompañar” esas denuncias hasta donde topen.
La narrativa de la corrupción del “monrealato” de Rojo fue muy exitosa en campaña, pero ahora puede afectar a ‘Alito’ y a Romero, además de ya llegó al límite de rentabilidad mediática: la campaña ya terminó, ya es tiempo de gobernar, de dar resultados, con mucho énfasis en las colonias que le dieron el triunfo, como la Condesa, Roma, Cuauhtémoc, Juárez, Santa María La Ribera, Tabacalera. Ahí la gente sigue esperando que les arregle la banqueta, les ilumine la calle, tape los cientos de baches que hay, les reduzca la inseguridad. Nada ha mejorado.
Las cosas no van bien. Algo pasa en el equipo de Rojo, que en menos de 60 días ha enfrentado tres renuncias de funcionarias de confianza que ella designó. La coordinadora de Comunicación Social se fue a los 15 días; también una abogada, clave en la defensa de su triunfo electoral. Y apenas hace una semana Maxta González (PRI) renunció a su cargo como directora de Participación Ciudadana. En público no dijeron la verdadera razón, pero sí en privado.
El viernes, la mesa de trabajo de Rojo con diputados también evidenció que las prácticas más rancias del priísmo dinosáurico siguen vigentes en las nuevas generaciones: cuando llegó al Congreso la esperaban unas 50 personas –evidentemente pagadas, acarreadas–, quienes portaban cartulinas de apoyo, le hicieron valla y le corearon porras.
Por ahora, la jefa de Gobierno, Clara Brugada; René Bejarano, Martí Batres y todo el círculo de mayor poder de Morena en la CDMX están muy felices con Rojo, porque les está haciendo el trabajo de desterrar a Monreal. Ella lo sabe, y también seguramente que poco a poco la van a ir cercando para que pronto entregue el control de la Alcaldía a Morena, de facto, y formalmente en las urnas en 2027. Y si para eso le necesitaran revivir el expediente de que fue un “autoatentado” la agresión que tuvo en campaña, lo harán. Lo veremos.
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