Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· Si cayó la economía, cayó el crédito al consumo
· Se dispone de datos del Banxico a junio de 2020
La pandemia de coronavirus le ha pegado fuerte a la cartera de crédito al consumo. Muchos tarjetahabientes perdieron el empleo y, además, no ahorraron. Sin ahorro y sin ingresos salariales, ya no pudieron continuar usufructuando de apoyo crediticio bancario para su consumo personal y familiar, así como para sus ligerezas.
En momentos de mayor necesidad, en momentos en que la Covid-19 hace graves estragos entre la población, los contagios se multiplican exponencialmente, los hospitales no se dan abasto y los fallecimientos superan la capacidad de funerarias y crematorios, mucha gente ya no puede endeudarse.
Muchos tarjetahabientes, casi siempre inmaduros e irresponsables, o puramente consumistas sin ton ni son, entraron en moratoria, o no pudieron continuar endeudándose, pues ya no tuvieron ingresos para pagar la mensualidad a su banco acreedor.
Y es que la mayoría de clientes ya no dispone de ingresos porque perdió el empleo. Cómo le estarán haciendo para financiar su vida, en momentos en que lo mejor es quedarse en casa. Pero cómo satisfacer sus necesidades fundamentales. Quién lo sabe…
Hasta el momento no existen cifras actualizadas del comportamiento del crédito al consumo. El más reciente reporte del Banco de México es el correspondiente a junio de 2020. Este reporte fue elaborado con información proporcionada por instituciones bancarias y sociedades financieras de objeto múltiple, reguladas, correspondiente a tarjetas de crédito de aceptación generalizada para personas físicas que se encontraban al corriente en sus pagos a junio de 2020.
Así, de junio de 2019 a junio de 2020, la cartera de tarjetas de crédito disminuyó 9.8 por ciento en términos reales, siendo el tipo de crédito que más descendió de entre los créditos al consumo. Esta caída ocurrió en un contexto de una contracción generalizada en el saldo de los créditos al consumo, en el segundo trimestre del pasado año. La cartera de tarjetas de crédito representó, en junio de 2020, el 37.0 por ciento de la cartera total de crédito al consumo.
El índice de morosidad de tarjetas de crédito se ubicó en 5.4 por ciento en junio de 2020 y su nivel, en esa fecha, fue superior al observado en créditos de nómina y automotrices, e inferior al de créditos personales. Desde junio de 2018, la morosidad de tarjetas de crédito se ha mantenido en valores cercanos al 5 por ciento. El índice de morosidad ajustado (IMORA), que considera las quitas y castigos que realizan las instituciones, se había mantenido alrededor del 16 por ciento desde junio de 2018 pero, a partir de marzo de 2020, ha ido en ascenso. Claro, en los inicios de la incertidumbre sanitaria.
En junio de 2020, las instituciones bancarias y sociedades financieras de objeto múltiple, reguladas, reportaron al Banco de México un total de 25.7 millones de tarjetas para personas físicas, con un saldo de crédito total de 346.1 miles de millones de pesos.
A DESFONDO: Las autoridades de salud pública en Estados Unidos han hecho sonar la alarma durante meses, quejándose de que no tienen suficiente apoyo o dinero para aplicar rápidamente las vacunas contra el COVID-19. Ahora, el lento inicio del mayor esfuerzo de vacunación en la historia del país, les está dando la razón. A medida que trabajan para acelerar la campaña, los departamentos de salud pública estatales y locales mencionan una variedad de obstáculos, sobre todo la falta de liderazgo del gobierno federal. A muchos funcionarios les preocupa estar perdiendo tiempo en este momento en que las demoras podrían costar vidas. Los estados lamentan la falta de claridad sobre cuántas dosis recibirán y cuándo. Dicen que deberían haberse dedicado más recursos a las campañas de educación para calmar las preocupaciones entre las personas que desconfían de recibir las inyecciones. Y aunque el gobierno federal aprobó recientemente 8,700 millones de dólares para las vacunas, tomará tiempo llegar a lugares que podrían haber usado el dinero hace meses para prepararse para administrar inyecciones de manera más eficiente.