Glorieta de Colón
Alejandro Lelo de Larrea
Si Christian Von Roehrich, coordinador de los diputados del PAN, no legisla y se dedica a pelear en el Congreso de la Ciudad de México, no se puede esperar que los legisladores de su bancada sean distintos.
Es parte de la normalidad que los panistas tengan integrantes como Von Roehrich o Ricardo Rubio, señalado por Martha Ávila, la líder del grupo mayoritario de Morena, como quien la agredió en dos ocasiones. La más reciente ayer.
Esa es la realidad del PAN, la bancada opositora más numerosa en el Congreso de la Ciudad de México. Una oposición prácticamente inútil. Cobran por no legislar. Defraudan a sus electores. Ah, pero los de Morena son iguales.
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Esta semana, dos escándalos de violencia en el Congreso de la CDMX, protagonizados por diputados panistas. El martes, Christian Ron Roehrich (como le dice los morenistas) se olvidó que estaba en el recinto legislativo y, como si estuviera en una cantina discutiendo sobre futbol, se acercó hasta la mesa, perdón, hasta la curul del diputado Gerardo Villanueva, de Morena, y le gritoneó. El otro respondió. Se retaron a golpes.
A punto de la violencia física. Tuvieron que llegar meseros y sacaborrachos, perdón, diputados y personal de resguardo del Congreso para separar a los legisladores. Tal para cual uno y el otro. Ninguna diferencia. Ron Roehrich y Villanueva son la esencia de lo que se vive en el recinto de Donceles y Allende.
De fondo, era un pleito entre personeros de otros. Ron Roehrich, subordinado político del alicaído coordinador de los diputados federales del PAN, Jorge Romero, a quien por cierto los panistas ya se refieren como “don Jorge”, expresión que remite a la mafia siciliana. Acaso debería ser don Romerone, aquel señalado entre los hurtadores de dinero para la reconstrucción de la CDMX en 2018.
Y el otro, Villanueva, quien todos los días se esfuerza para hablar en tribuna con el mismo estilo agorero, que no parlamentario, que su patrón, Martí Batres, Secretario de Gobierno de la CDMX. Hay buenos tribunos que imitar.
Supera a Ron Roehrich
Ayer, el alumno Ricardo Rubio, diputado del PAN, superó a su coordinador. Sus agresiones ya son vistas como “violencia política de género”, según la diputada Martha Ávila, quien dijo que hasta denunciará el hecho ante el Ministerio Público.
“Ya van dos ocasiones en que sube (Rubio) y de forma muy violenta, que dice, que amenaza. Entonces ahora que vimos la denuncia de su esposa que ella hizo, que prácticamente la está ahorcando y todo ella fue a denunciar…”
Al final de la sesión ayer, sin que mediara la solicitud de algún periodista, el diputado Rubio se apareció por la sala de prensa para negar que sea golpeador. Explicación no pedida, culpa manifiesta.
Así de extraviada, sin rumbo, sin cumplirle a sus electores anda la bancada que don Romerone le encargó a Ron Roehrich, para algunos entre los alumnos más destacados de Felipe Calderón.
Sheinbaum: nada ha cambiado
—¿Qué hora es, Claudia?
—La que usted diga, ¡señor presidente!
El primer mandatario, Andrés Manuel López Obrador recurre mucho a ese muy breve diálogo para ejemplificar que según él así era la política mexicana. “Hoy ya son otros tiempos”, suele decir. Pero no. Suponiendo sin conceder que AMLO habla en serio, ocurre lo que dice el refrán: “Lo que uno no puede ver, en su casa lo ha de tener”.
Sí, eso pasa con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien parece haber preguntado al presidente cuándo cumple tres años en el cargo. Y él le respondió que el 7 de diciembre, y no el 5. Sheinbaum decidió retrasar dos días su celebración de medio mandato, porque AMLO no podía el mero día.
Sheinbaum nos demuestra que lo único que ha cambiado en México, son los actores. Es decir, gobiernos de otros partidos, pero mismas costumbres.