Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
La alcaldesa de la Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega se debió haber esperado al menos hasta después de reelegirse en 2027 para enseñar su juego: que trabaja para ser jefa de Gobierno en 2030.
El domingo pasado, Rojo de la Vega –quien ahora prefiere que la llamen Ale Rojo– organizó una concentración en Paseo de la Reforma, en la que la narrativa fue presentarse como líder de lo que llamaron la “resistencia democrática”. Juntó, según informaron los manifestantes, unas 15 mil personas, pero pudo haber sido un error importante de estrategia, porque ¡faltan cinco años para esa elección!
Esa anticipación extrema le puede traer varias consecuencias políticas a la alcaldesa de la Cuauhtémoc, la mayoría negativas. En primer lugar, con sus gobernados, pues la van a ver con otras ambiciones políticas, y cualquier errata o desatención en su Gobierno se la van a atribuir a que está más interesada en el 2030 que en gobernar esa demarcación territorial.
La segunda es que los ataques de Morena, de por sí intensos en sus primeros 11 meses de gobierno, se van a agudizar. Le van a rascar por todos lados a ver qué le encuentran y lo que no le inventan y se lo magnifican, pues el primer paso será que no se reelija en el 2027, porque si lo logra –que no está fácil– se les podría convertir en una adversaria importante. No puede asegurarse ahora que Rojo de la Vega sería mala candidata, pero tampoco que vaya a ser la mejor. Tiene buen expediente, pues con todas las adversidades, en 2024 le ganó al aparato de Morena, que se sirvió con la cuchara grande en esos comicios.
Alessandra Rojo también se va a enfrentar al desgaste esperado de cualquier gobernante, y más tratándose de esa demarcación, la cual es codiciada en principio por al menos tres grupos políticos de Morena: de Clara Brugada, de Omar García Harfuch (aliado con René Bejarano) y de Ricardo Monreal, quien no se resigna haberla perdido. Por lo menos se vislumbran cuatro aspirantes de los respectivos grupos: Tomás Pliego, Leonor Gómez Otegui e Ivón Sánchez Chávez, y Catalina Monreal.
Otra dificultad para Rojo de la Vega es la carencia de un partido político, porque no milita en el PAN, aunque es cierto que los otros alcaldes emanados de ese partido la ven bien. Sin embargo, hay grupos tanto panistas como en el PRI, partidos que la postularon en 2024, a quienes les cumplió a medias los compromisos. Todavía está a tiempo de recomponer esas relaciones y recuperar ese respaldo político.
En donde la tiene más complicada, diría prácticamente imposible, es en el PRD, que también la postuló, y dónde destacados militantes aseguran que no les cumplió compromiso alguno, por lo que no la apoyarán en el 2027. Ella no debería menospreciar ese respaldo, porque el PRD le dio los más de 10 mil votos con los que ganó por apretado margen a Monreal. O sea, el PRD la hizo ganar en el 2024 y la puede hacer perder en el 2027.
A la mejor Rojo de la Vega calcula que, para ganar, es suficiente el respaldo creciente que ha tenido en las redes sociales, pero ello no es garantía de nada. Y si no lo cree, que le pregunte a Mariana Rodríguez, una poderosa influencer a quien eso no le alcanzó para ganar la Alcaldía de Monterrey, ni siquiera con el enorme apoyo del Gobierno de Nuevo León, que encabeza su esposo Samuel García. Le faltó estructura de tierra, la que sí tuvo el vencedor, el priísta Adrián de la Garza. Rojo de la Vega se adelantó muchísimo y si no afina su estrategia puede ser que ni la aduana del 2027 pase. Lo veremos.
FOTO: Especial
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