Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Los dos más altos funcionarios de la Ciudad de México cuya conducta debería ser ejemplar para todos los servidores públicos de la administración local, paradójicamente son los primeros en dar el mal ejemplo. Y es contrario a su narrativa de que supuestamente no permiten ni un espacio de corrupción. Algo así como el refrán: “Hágase la voluntad de Dios, en los bueyes de mi compadre”.
Son nada más ni nada menos que Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno, y el contralor capitalino, Juan José Serrano, quienes a todas luces incumplieron la Ley de Responsabilidades Administrativas de la Ciudad de México, pues ambos recibieron obsequios sumamente costosos; en el caso de ella, rebasan los 200 mil pesos, y de él, cuando menos 120 mil pesos.
En concreto, incumplen el artículo 7 de dicho ordenamiento, en el que se establece que las personas servidoras públicas deben “conducirse con rectitud sin utilizar su empleo, cargo o comisión para obtener o pretender obtener algún beneficio, provecho o ventaja personal o a favor de terceros, ni buscar o aceptar compensaciones, prestaciones, dádivas, obsequios o regalos de cualquier persona u organización”.
Ni en el caso de Sheinbaum ni en el de Serrano hay siquiera que hacer una indagatoria para probarlo. El primero es de dominio público y el otro es confesión de parte.
Por ejemplo, en el de Sheinbaum, la noticia dio la vuelta al mundo –por la relevancia del personaje–, pues el 30 de octubre el piloto de Fórmula 1, Sergio Checo Pérez, le obsequió –en un evento público– su casco de competencia, cuyo precio genérico al ser profesional fluctúa entre 10 mil y 12 mil dólares. Pero por tener el sello de este deportista su valor asciende de manera considerable. Expertos estiman que podría subastarse en cuando menos 2 millones de pesos.
La semana pasada, Serrano fue exhibido en fotografías afuera del estadio de Arizona, donde se celebró el Super Bowl de la NFL, partido al que acudió, y cuya entrada más económica valía 120 mil pesos, sin incluir avión, hospedaje, alimentos, recuerditos. Pues resulta que, según Serrano, su primo que vive en San Diego le regaló el viajecito como celebración de sus 50 años. A confesión de parte, relevo de prueba.
También existen los “Lineamientos sobre la No Aceptación de Obsequios, Regalos o Similares en la Administración Pública de la CDMX”. Igualmente los incumplieron.
Dice el “Primero: Acorde al marco jurídico aplicable en la Administración Pública de la Ciudad de México, a toda persona servidora pública le está prohibido y, en su caso, es cohecho como falta administrativa grave, con motivo de sus funciones, la aceptación, exigencia u obtención de: regalos, dinero o valores, obsequios, donaciones, compensaciones, servicios, prestaciones, empleos, dádivas, muebles o inmuebles…”.
En el lineamiento “Cuarto” es donde Sheinbaum y Serrano carecen totalmente de autoridad moral para hacer cumplir la ley . “Toda persona servidora pública de la Administración Pública de la Ciudad de México, desde el nivel de Jefe de Gobierno hasta el nivel de Enlace o Líder Coordinador, personal de base, nomina 8 y demás homólogos por funciones o ingresos, deberán tomar provisiones y girar instrucciones por escrito a su personal subalterno, oficialías de partes o similares para NO recibir regalo, obsequio o demás beneficios de los señalados en la ley y este instrumento, sin importar el monto, remitente o destinatario”. Ambos incumplieron. Más claro, ni el agua. Pero no va a pasar nada. Son tiempos de la “4T”, en que todo cambió para seguir siendo igual… o hasta peor.